Dos policías secretas se infiltran en el peligroso barrio. Su misión detener a uno de los más peligrosos criminales que actúan en nuestro país. Sus delitos atentado contra la propiedad intelectual, venta ambulante y pertenencia a banda organizada.
El delincuente es detenido en la calle, reducido, esposado y encañonado por uno de los dos valerosos agentes. El resto de la banda rodea a los agentes y les amenazan con gritos, saltos y deportivas en las manos. El otro agente saca su porra metálica retráctil y defiende a su compañero que solo dispone de una mano para encañonar con el arma la cabeza de sus agresores.
Los agentes tienen que huir a toda carrera (velocidad de crucero nivel paseo) mientras siguen dando palos con la porra. En su huida les acribillan con munición de alto riesgo, como zapatillas y bolsas de basura, teniendo que responder con munición real disparando al aire.
Finalmente uno de los agentes se acerca a quien estaba gravando con su teléfono toda la operación. Tiene que evitar que se difundan las imágenes. Y es que es por todos sabido que las fuerzas del orden de nuestro país no buscan la gloria personal ni la recompensa. ¡Que abnegados son!
(Últimamente no pillan cuando hablo con ironía, así que pos si las moscas: Manda huevos las fuerzas del orden!)
